Translate

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

7 abr 2013

FAVORES DEL ENTRENADOR



 Me estaba empezando a pasar de kilos, decidí ingresar a un salón de speening; el entrenamiento me estaba sirviendo además para deleitarme con el cuerpazo del entrenador, él era un hombre alto, moreno, de pelo corto, su cuerpo era perfecto: no demasiado musculoso pero muy bien definidas todas sus partes, tenía unas piernas gruesas, una cola preciosa súper redondeada y un paquete que me hacía tragar saliva, su vestimenta la componían una camisilla y una trusa totalmente ajustadas a su cuerpo. 


Mas o menos al cuarto día de estar asistiendo al gimnasio, sucedió que el tiempo estaba fatal, llovía a torrenciales y cuando llegué y me dispuse a cambiarme la ropa que llevaba puesta por la deportiva, me percaté que ésta se encontraba totalmente empapada y que en tales circunstancias no podría efectuar mi ejercicio, hecho que le hice saber a mi entrenador además de que me iba para mi casa; inmediatamente él me retuvo y me ofreció una camiseta y una pantaloneta suyas con las que según él podría practicar sin problema, por supuesto yo le dije que gracias pero que su ropa escasamente me llegaría a las rodillas, pero él insistió y casi me obligó a probármelas; como pude y un poco ruborizado, me cambié de ropa en su presencia y efectivamente me quedó bastante ajustada, sin embargo, él me salió al paso diciendo que me quedaba perfecta y que así no tenía excusa para entrenar y casi a rastras me llevó al salón. Ya estaba un poco tarde y yo era de los últimos, finalmente todos se fueron y nos quedamos Gustavo y yo solos. La verdad es que la ropa apretada no me impidió que realizara una estupenda sesión y que sudara como loco, él de vez en cuando se me arrimaba y me decía que iba muy bien y que había que entrenar duro. 


Una vez terminado el ejercicio me dirigí al vestier para cambiarme; los lockers estaban ubicados en un callejón un poco estrecho, los unos frente a los otros, yo estaba parado en frente a mi locker sacando mi ropa cuando entró Gustavo, pensé yo, también con la intención de ducharse y vestirse, pero por la estrechez del lugar pasó detrás de mí y yo me estremecí al sentir que me rozaba ese paquete ensoñador que tenía, él me preguntó que cómo me había sentido y yo le dije que bien aunque creía que la ropa no era la más apropiada, en ese momento él hizo un comentario sumamente inusual, dijo que la raja de mis nalgas estaba muy sudorosa y que en la pantaloneta se marcaba esa raja toda mojada, yo obviamente me sonrojé al instante, cosa que él notó, pero lejos de continuar hacia las duchas, se ubicó detrás de mí, pasando su brazo por encima de mi hombro y apoyando su mano en los lockers, me habló muy cerca de mi oído y me dijo que no me preocupara, que él me iba a ayudar a secarme, en ese momento yo ya sentí cómo su bulto crecía desaforadamente y cómo me apretujaba con su cuerpo, francamente creí que me faltaban fuerzas para asumir lo que me estaba sucediendo, pero no podía negarme a algo con lo que ni siquiera hubiera soñado, así que lo dejé continuar. 


Empezó a acariciarme, ubicado siempre detrás de mí, las tetillas y lentamente fue bajando sus manos hacia mi abdomen, para entonces mi paquete (y creo que el suyo también) se hallaba al máximo de potencia, lo que él descubrió cuando deslizó su mano derecha hasta él y me lo frotó suavemente mientras que con su otra mano empezó a apretarme mi nalga izquierda. Yo empecé a empujar mis nalgas hacia atrás con fuerza para sentir toda su potencia en ellas, ante eso, él se bajo su trusa y dejó al descubierto toda esa maravilla que sentí ubicando en la mitad de mis nalgas, entonces yo quise bajarme la pantaloneta, pero él me lo impidió diciéndome que lo dejara actuar a su manera, yo sin poderme quedar quieto pasé mi mano hacia atrás y le cogí ese objeto alucinante con el que estaba dotado, de pronto sentí que estaban saliendo esas ricas goticas viscosas de su glande y descontrolado me giré sin su consentimiento y sin soltar el juguete, entonces él me besó apasionadamente y posteriormente me hizo presión para que me agachara ante lo que yo obedecí inmediatamente; fue realmente un momento mágico, pude sentir ese olor a hombre, a macho frente a mí, y pude observar ese bello pene absolutamente erecto anhelante de ser totalmente engullido por mí y yo no me iba a hacer el rogado, así que me lo introduje lentamente a la boca, saboreando primero ese néctar que le salía y frotándolo luego suavemente con mis labios hasta hacerlo estremecerse, él entre tanto me acariciaba la cabeza, la espalda y las nalgas y yo creía que iba a explotar sin siquiera tocarme; ya llevaba mamándoselo como diez o quince minutos cuando él empezó a agitarse con más fuerza y a emitir feroces gemidos del placer inenarrable que sentía, de pronto me agarró del cabello y me ordenó que se lo chupara todo, que se iba a venir en mi boca y que quería que me tragara hasta la última gota que le saliera, para entonces su cuerpo casi convulsionaba y gritaba de emoción y entonces sentí ese chorro de semen inundarme la boca, su cuerpo se paralizó, su rostro se transformó y solo su pene palpitaba y disparaba chorros sucesivos que tragué, como él me ordenó hasta la última gota. Cuando él pareció volver a la realidad y ya no le salió más semen, yo me paré y nos dimos un beso largo y delicioso, entonces él me dijo que sentía algo duro rozándole las piernas y que además no se me olvidara que tenía que ayudarme a que me secara, luego siguió besándome y empezó a acariciarme las nalgas con ambas manos y al pasar sus dedos por mi culo, encima de la pantaloneta, paulatinamente su pene fue recobrando su rebosante fuerza y cuando estuvo totalmente erecto de nuevo, me obligó a girarme, quedando de nuevo detrás de mí y ubicándome otra vez su paquete en mis nalgas, entonces me bajó la pantaloneta y los calzoncillos y yo quedé como vine al mundo; aun ahora no sé cómo pude aguantar tanto, deseaba con todas mis fuerzas que me penetrara un siglo seguido, que me hiciera gemir y bramar como un toro, que inundara también mi culo con su semen y que permaneciéramos así por siempre, mientras tanto fue él quien se agachó esta vez y empezó a lamerme las nalgas y las piernas y lentamente fue llevando su lengua hasta mi orificio sudoroso haciéndome enloquecer de emoción, repetidas veces pasó su lengua de un lado a otro, deteniéndose siempre en mi culito y tratando de perforarlo sin compasión, después se paró y me dijo: "ahora vas a ser mío del todo, vas a sentir cómo te hago el amor y cómo poco a poco voy a estar íntegramente dentro de ti. 


Luego hizo que mi cuerpo se doblara un poco y me pidió que me abriera las nalgas con mis manos, posteriormente puso la cabeza de su pene en mi orificio y con toda la paciencia –o la maldad- del mundo me hacía creer que ya me lo iba a meter, mientras yo le rogaba que me penetrara, que por favor lo hiciera de una vez y sentía cómo mi esfínter se abría por sí mismo buscando su regalo, su precioso y anhelado objeto de pasión, hasta que por fin pude sentir eso que no se puede explicar con palabras, eso que me hizo vibrar de emoción, lo que me llevó al cielo y al infierno al mismo tiempo y yo empecé a moverme desaforadamente, metiéndome su pene hasta que sus testículos chocaran contra mi culo, le rogaba que me besara y que me apretara casi llorando y él me brindaba toda su potencia con agresividad y con maestría, hasta que de nuevo pareció salirse de sí y empezó a moverse con más fuerza y rapidez, en ese momento, cogió mi paquete y empezó a frotarlo rítmicamente con sus movimientos. 


Sólo sé que hubo un momento en que ambos cuerpos se estremecieron y que nos fluyó un grito enloquecido por el placer, que nuestros cuerpos y nuestras almas alcanzaron el orgasmo, que fluían inmensos chorros de semen y que habíamos logrado un placer de otra forma inalcanzable; al cabo de un rato de silencio mi pene se desvaneció en sus manos y el suyo dentro de mi cuerpo y poniéndonos frente a frente nos besamos con verdadera satisfacción y amor. Lo que pasó luego no importa, sólo quedará claro por siempre en nuestras mentes, que aquel momento fugaz nos acompañará en la memoria hasta el fin de nuestros días. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario